¿Cómo hacen?

Terminó el primer tiempo. Se fueron los jugadores de fútbol americano. Aparecieron algunos monitos tirando de unas sogas y otros empujando una especies de cajitas con ruedas. En diez minutos armaron un escenario con forma de lengua (y con gente adentro). Subieron los Stones y tocaron tres temas. No se vio un cable. Casi como en Pasión de Sábado, pero con ingleses y sin tetrabrick con pastillas adentro. Cuando terminaron, explotaron fuegos artificiales (no hay que olvidarse que estamos hablando de un estadio cerrado) y desarmaron todo en menos de siete minutos. Se prendieron las luces y volvieron los jugadores de Fútbol Americano. No hubo desmanes. No falló nada. Nadie se quejó.
Yo, en mi casa, no puedo hacer una milanesa de pollo sin que se acumule mugre en la cocina durante un par de días (y cuando hablo de un par, me refiero a cuatro). Y ni hablar de los actos escolares, en donde todavía no se ha podido lograr que el himno suene bien y el CD no salte. Y ni hablar de esa versión pedorra con sikus y charangos que dan ganas de ir a un consulado y sacar una visa...